domingo, 28 de abril de 2013

Sin eximentes



El gobierno  que dirige Mariano Rajoy se está quedando solo en la indefendible cruzada emprendida, con la pretensión de combatir la crisis, y que le devuelve con toda violencia, el estremecedor resultado de las cifras del desempleo, recordándole que al margen de su empeño por solventar la deuda adquirida con Europa, el verdadero problema que sobrecoge el corazón del pueblo español, ha de pasar inevitablemente por la creación de nuevos empleos, aunque esta posibilidad ni siquiera haya sido mencionada, en la última comparecencia de sus Ministros.
Muy al contrario y siguiendo en la línea de sumisión a los mandatos europeos que ha caracterizado su política desde que alcanzó el poder, hace poco más de un año, el ansia por complacer a los acreedores del cuantioso rescate empleado en reflotar el hundimiento de la Banca, se antepone una vez más a las necesidades perentorias de los ciudadanos y se materializa en una nueva subida de impuestos, maquillada ahora bajo el curioso nombre de “novedad tributaria”.
Esta nueva vuelta de tuerca, que aprieta aún más la soga colocada alrededor del cuello de la sociedad española en su conjunto y que se acompañará en breve de la propuesta de elevar la edad de jubilación hasta los setenta años y otras ideas de dudosa brillantez, surgidas de la mente de los asesores de nuestro esquivo Presidente, no impedirán, en palabras de literales de Sáenz de Santamaría, que al término de la vigente legislatura, el paro afecte al 25% de la población, ni que el nivel de vida de los españoles haya descendido a cotas similares a las que se daban en el periodo de la pos guerra.
Y sin embargo, seguir sosteniendo la teoría de que estos sacrificios se verán finalmente recompensados por un triunfo que sólo será posible desde la obediencia, parece constituir la principal consigna de cualquiera que represente los intereses del Partido Popular, a pesar de que las voces discrepantes aumentan de manera espectacular , llegando incluso a sorprendernos, al provenir de determinados medios de comunicación, hasta ahora absolutamente fieles a la doctrina conservadora de este gobierno.
Hace mal el Presidente Rajoy en confiar en quien confía, pues a la vista está que camina por una cuerda floja, en permanente estado de tensión y perseguido por la gravedad de sus errores, sin que ninguno de sus colaboradores haya conseguido encontrar ni un solo viso de solución, que alivie la gravedad de los acontecimientos.
Encerrado en la burbuja de su mayoría absoluta y creyendo que ésta le da la seguridad suficiente, incluso para transgredir los límites morales en la relación con su pueblo, consciente o inconscientemente, está anteponiendo sus apuestas políticas personales, a las que realmente podrían ser eficientes en el momento que vivimos, aunque hubieran salido de cualquier otra formación, o incluso si únicamente provinieran de la voluntad popular, que debe ser al fin y al cabo, quien decida la suerte que desea correr y la manera en que quiere hacerlo.
Sin eximentes que palien el peso de su culpa, Rajoy se está jugando mucho más que un sitio en la historia de España. Perdida toda su credibilidad y empecinado en continuar asfixiando a los ciudadanos con su manera de gobernar, Rajoy está poniendo en peligro la continuidad de un Estado Español independiente y  colocándonos en las manos de los nuevos colonizadores del SXXI, aún a riesgo de hacernos perder nuestra autonomía como Nación y el derecho soberano a decidir sobre nuestro propio destino.
Al pueblo español, con perdón, le importa un carajo devolver el rescate o las lecciones de macroeconomía que nos ofrecen a diario los grandes expertos y sin embargo, las únicas preocupaciones de quien nos preside, empieza n y acaban en este  maremágnum de desesperanza y todo cuanto hace se orienta irremediablemente, a ese mundo de macrocifras  al que hemos llegado, conducidos de la mano de nuestros inútiles políticos.
¿A qué han de aguardar los seis millones, trescientos mil parados, para ser atendidos, en su acuciante necesidad, por quien dice ser su Presidente?
¿Cuánta paciencia se le supone a quien busca desesperadamente trabajo y que ya en muchos casos, depende de la caridad para seguir subsistiendo?
¿Hablaría Rajoy cara a cara con estos ciudadanos, para decirles que su situación debe  esperar a que se resuelva la deuda con Europa?
¿Y cuál sería la respuesta de su interlocutor, que lo ha perdido todo, precisamente, por esta causa y por otras directamente relacionadas con la línea de su política?
Con toda probabilidad, los desempleados contestarían: pues abandone Europa y piense un poco más en España. Al fin y al cabo, somos nosotros y no los europeos, quienes le hemos elegido y quienes merecemos, por tanto, su esfuerzo, su dedicación, su atención y su empeño por devolvernos la dignidad que nos roba, cada vez que menciona a Europa, mientras se olvida del bienestar de los españoles.


No hay comentarios:

Publicar un comentario