Por fin se cierra la negociación sobre los servicios mínimos para la huelga del día veintinueve y todo permanece en una tensa espera sin que nadie pueda calcular la repercusión que tendrá entre los trabajadores del país el paro convocado por los sindicatos.
El presidente se reúne con un grupo de adinerados empresarios de Norteamérica en un intento desesperado de convencerlos de nuestra solvencia económica y aprovecha la ocasión para presentar un plan contra la pobreza del tercer mundo ignorando las carencias propias, que son muchas, y transmitiéndonos una evidente despreocupación por solucionar el problema de desempleo que nos azota mientras suplica a los poderosos que nos premien con algunas migajas de su magnanimidad para no llegar a una quiebra absoluta.
Entre la solidaridad de sus conciudadanos, los mineros continúan su marcha hacia Madrid dando ejemplo a todos los todavía instalados en una postura de conformismo convirtiendo su lucha en la avanzadilla de lo que probablemente está por venir en otros sectores y recordando cómo se debe gestionar una negociación en punto muerto, decididos a llegar hasta las últimas consecuencias en la defensa de sus derechos.
Se anuncia a bombo y platillo una irrisoria subida de impuestos para los que ganan más de ciento veinte mil euros haciéndonos pensar que al resultar claramente insuficiente, el próximo paso será hacer lo propio con el resto de los trabajadores que son los que verdaderamente se hacen cargo obligado de pagar los efectos de la crisis.
Critica la prensa el encuentro fugaz con el rey de Marruecos que no aclara para nada la situación en las fronteras de Ceuta y Melilla ni pone sobre la mesa la posición del gobierno en este terreno resbaladizo mientras el Partido Popular aprovecha la coyuntura para mandar a Rajoy de visita pre electoral a estos territorios en África.
Vuelven muchos jóvenes a las aulas con la esperanza de adquirir una mayor formación que les acredite para salir de ese cuarenta por ciento de paro que les deja una negrísima esperanza de futuro y que tiene a los padres aterrorizados ante la idea de seguir manteniéndolos casi hasta cumplir los cuarenta.
La Eta lanza una ofensiva para captar la atención de los negociadores internacionales esperando que se abra una vía de negociación en la que ya nadie de aquí confía y negando cualquier protagonismo a la izquierda abertzale reafirmando una vez más que prevalece su postura de fuerza contra las iniciativas meramente políticas.
Sube el recibo de la luz sin la menor consideración ante la desastrosa situación familiar de los españoles y todos esperamos que, al menos, ofrezcan a cambio una mejora del servicio que no contemple casos como el ocurrido en Girona el año pasado, pero seguramente esto no entre en las previsiones de las potentes compañías eléctricas.
Hoy entramos en el otoño caliente tan anunciado por todos los analistas políticos y la estabilidad del gobierno pende de un hilo dado el descontento generalizado que provocan las últimas medidas tan literalmente “necesarias” y que, momentáneamente, no parecen ser constructivas en ninguno de los problemas que nos afectan.
Todos estamos expectantes por saber a dónde nos llevan y que repercusiones tendrá la huelga en las conciencias de quienes nos gobiernan.
Ya veremos el treinta de Septiembre qué hace el señor Zapatero si el seguimiento es mayoritario y qué haremos nosotros si el presidente no hace absolutamente nada.
El presidente se reúne con un grupo de adinerados empresarios de Norteamérica en un intento desesperado de convencerlos de nuestra solvencia económica y aprovecha la ocasión para presentar un plan contra la pobreza del tercer mundo ignorando las carencias propias, que son muchas, y transmitiéndonos una evidente despreocupación por solucionar el problema de desempleo que nos azota mientras suplica a los poderosos que nos premien con algunas migajas de su magnanimidad para no llegar a una quiebra absoluta.
Entre la solidaridad de sus conciudadanos, los mineros continúan su marcha hacia Madrid dando ejemplo a todos los todavía instalados en una postura de conformismo convirtiendo su lucha en la avanzadilla de lo que probablemente está por venir en otros sectores y recordando cómo se debe gestionar una negociación en punto muerto, decididos a llegar hasta las últimas consecuencias en la defensa de sus derechos.
Se anuncia a bombo y platillo una irrisoria subida de impuestos para los que ganan más de ciento veinte mil euros haciéndonos pensar que al resultar claramente insuficiente, el próximo paso será hacer lo propio con el resto de los trabajadores que son los que verdaderamente se hacen cargo obligado de pagar los efectos de la crisis.
Critica la prensa el encuentro fugaz con el rey de Marruecos que no aclara para nada la situación en las fronteras de Ceuta y Melilla ni pone sobre la mesa la posición del gobierno en este terreno resbaladizo mientras el Partido Popular aprovecha la coyuntura para mandar a Rajoy de visita pre electoral a estos territorios en África.
Vuelven muchos jóvenes a las aulas con la esperanza de adquirir una mayor formación que les acredite para salir de ese cuarenta por ciento de paro que les deja una negrísima esperanza de futuro y que tiene a los padres aterrorizados ante la idea de seguir manteniéndolos casi hasta cumplir los cuarenta.
La Eta lanza una ofensiva para captar la atención de los negociadores internacionales esperando que se abra una vía de negociación en la que ya nadie de aquí confía y negando cualquier protagonismo a la izquierda abertzale reafirmando una vez más que prevalece su postura de fuerza contra las iniciativas meramente políticas.
Sube el recibo de la luz sin la menor consideración ante la desastrosa situación familiar de los españoles y todos esperamos que, al menos, ofrezcan a cambio una mejora del servicio que no contemple casos como el ocurrido en Girona el año pasado, pero seguramente esto no entre en las previsiones de las potentes compañías eléctricas.
Hoy entramos en el otoño caliente tan anunciado por todos los analistas políticos y la estabilidad del gobierno pende de un hilo dado el descontento generalizado que provocan las últimas medidas tan literalmente “necesarias” y que, momentáneamente, no parecen ser constructivas en ninguno de los problemas que nos afectan.
Todos estamos expectantes por saber a dónde nos llevan y que repercusiones tendrá la huelga en las conciencias de quienes nos gobiernan.
Ya veremos el treinta de Septiembre qué hace el señor Zapatero si el seguimiento es mayoritario y qué haremos nosotros si el presidente no hace absolutamente nada.
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